Vuelta al gran verde. Como dentro de una burbuja, con miedo a romperla, todavía podemos disfrutar de lugares maravillosos cerca de nuestras ciudades. Como en esta ocasión que después de varios años me volví a encontrar con la esencia de mi naturaleza. El contacto con la esencia de la misma.
El lugar no es otro que el Asiento del Cid. Esta cerca de la ciudad (muy cerca), pero eso no implica que todavía se mantenga tan bello como debiera ser en pasado. Sendas como las de antes, frescos aromas que te obligan a retroceder en el tiempo. Paisajes que te hacen recordar lo poco que significamos para el todo.
Cada paso (a pesar de haberme dejado baldado dada mi carente forma física actual) significó uno hacia la cima, y no sólo de la montaña. Deseando volver pronto a encaminarme en una nueva cita de este tipo… pronto.
